—Pues es una lástima, ¿sabes? Podrías ser una maravillosa
persona. No tienes el corazón muerto, solo está cerrado. Tienes los mejores
sentimientos, la mejor consciencia, y todo eso lo desaprovechas. Tienes dones,
dones que son solo tuyos, pero no lo explotas, porque por más virtudes que
tengas, la vida no te dio la esencial: saber. No sabes como hacer qué ni
explicar cómo, no sabes qué quieres ni qué sientes, no sabes lo que eres; nadie
lo sabe. Y como ya te he dicho, las experiencias son las que te enseñan, pero
tú no sabes aprender. La vida te regala lecciones y tú las ignoras de la manera
más detallada posible, sabes lo que sucede, sí, pero pareciera que quisieras
que sucediera de nuevo, como un masoquismo emocional. —La mujer dice esto
entre suspiros, después de mirar al cielo, se da cuenta de que esa chica está
llorando con el alma y sufriendo por tener un corazón destrozado.— Sé lo que
soy —Dice la chica— Pero también sí, sé qué no sé lo que quiero ni lo que
siento, pero sé quien soy. Soy una persona desbastada por los echos y denigrada
por la vida, vida a la que he ignorado por completo. Me duele que no me duela
estar sola, un dolor curioso, más fuerte que cualquier otro. Un dolor
equivalente a saber que no vales la pena, y aun así aceptarlo, pero ¿sabes?
esto no sirve de nada... — ¿Cómo que no? Toda acción en esta vida sirve de
algo, tiene su reacción, desde la más mínima hasta la más drástica, y me parece
muy ignorante de tu parte pensar que una conversación es innecesaria, sabiendo
tú misma que te está penetrando el alma.—Dice la mujer.
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