poetas

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sábado, 30 de agosto de 2014

Mi ra das

Y apenas bajó del auto contemplé su manera de caminar, moviendo ligeramente los hombros mientras se llevaba la mano derecha al costado de su barba, mirando a todos lados, perdido, como siempre... Hasta que de repente sus pupilas encontraban las mias, y soltaba esa sonrisa... Esa que yo tanto detestaba, porque sabía que cada segundo que pasaba durante lo que para mi es una de las maravillas más espectaculares que he visto, significaba un nudo más para esa maldita cinta que comenzaba a atar su muñeca con la mía.

Como si me molestara.

Toda mi vida me he movido entre las palabras como si fueran las mejores parejas de baile en esta pequeña danza, hasta que vi sus ojos.
O no.
Hasta que trate de buscarles un adjetivo.
Porque tu me miras y vuelvo a volar.