Ya habían pasado días desde que no pensaba en él, quizás semanas. Fue duro, verlo todos los días y que me siguiera tratando no ayudaba en lo absoluto, pero no podía seguir amandolo en secreto y seguramente sola, así que decidí matar el sentimiento. Me centré en mis cosas, mis problemas, mis amigos, mi familia, todo, menos él.
Luego de semanas de mi recuperación post-amor, fui de noche a un parque que está muy cerca de mi casa. Llevé mi iPod y un buen libro. Llegué y me acosté en el pasto, tan frío como la brisa que no paraba de erizarme. No estaba sola, habían unas tres personas nocturnas trotando por el lugar, lo cual da en qué pensar considerando que era la 1 de la madrugada.
Terminé de leer lo que quería leer y puse The xx en mi iPod, me acosté y mis pensamientos bailaron un tango agresivo mientras yo solo me dejaba llevar por la suave música. En la mitad de Angels, siento una presencia a mi lado, pero estaba tan sumergida en la música que no pude voltear. El arrebato de uno de mis audiculares hizo que cayera en cuenta de que esa presencia era él, la persona que quise desterrar de mi mente.
Ahí estaba, con su perfecto cabello y una sonrisa peculiarmente amorosa. Se puso un audifono y se acostó a mi lado sin decir una palabra. Los latidos de mi corazón despertaron a mis ansestros, no lo podía creer, temblaba por dentro. Al termino de Angels, le siguió Our Song, él apoyó su cabeza en su mano con el codo en el pasto, de lado, mirandome fijamente con esa media-sonrisa. Lo miré y me acarició el rostro de la manera mas tierna que pude percibir. Estaba pasando: mi amor imposible se volvió mas que posible. Puso su mano en mi vientre y en el coro de Shelter, me dijo esa frase que jamás creí salir de su perfectamente dibujada boca: "te amo". Y sin darme tiempo de asimilarlo, me plantó un beso que me llegó al alma. Eramos la luna, the xx, él y yo, disfrutando de un desfile mudo de besos penetrantes. La discografía de dicha banda nos acompañó en quizás, la mejor velada que he podido disfrutar.
